Sergio Dueñas
www.consumer-ca.com
Hoy día a cada momento nos encontramos con voces de alarma sobre el futuro por venir: el petróleo por las nubes, el dólar perdiendo valor, una crisis alimentaria que se avecina, ¡Apocalipsis!
¿Qué tanto influirá en todo esto el puro pesimismo noticioso (que vende mucho), y la negativa actitud que genera en el mundo? Los árabes dicen que el precio del barril de petróleo debería estar a la mitad de su precio actual y que hay especulación en sus precios actuales.
Lo anterior me hace recordar todas las apocalípticas profecías alrededor de la desaparición de la capa de ozono que inundaron en alguna época muchos titulares. Hoy, poca relevancia se le ha dado al hecho de que la cosa no era como la proyectaron.
¿Qué debemos tener en cuenta quienes vivimos en el mundo del mercadeo en una época como ésta?: 1) El consumidor tenderá en cierta medida a hacerse más racional y menos impulsivo en sus hábitos; 2) Productos que satisfacen necesidades reales de consumo tendrán mayor prioridad; 3) La dinámica del mercado presentará cambios más rápidos que deben ser monitoreados; 4) Las marcas y productos mejor posicionados y apoyados serán los más competitivos.
¡Las épocas de crisis son las que más exigen el desarrollo de una mentalidad de marketing! Desafortunadamente, a veces, el alarmismo toma la batuta, y se implementan recortes presupuestarios en las áreas de publicidad, promociones o de investigación del mercado y con ello hacen más daño al desempeño de marcas y productos que la crisis misma.
El mercadeo en una época de crisis no se trata de generar ahorros como si se tratase de municiones que permitan “aguantar” más tiempo, simplemente tratando de sobrevivir. Es una mejor analogía una carrera de motocross, en la cual el terreno se hace más y más complicado, lo que obliga a ser más cuidadosos y buscar las mejores veredas que nos permitan continuar avanzando, sin dejar de acelerar, pues si bajamos la velocidad o nos detenemos en el camino, simplemente otros nos ganaran la carrera y quizás ni siquiera lleguemos a la meta.
¿Entonces qué debe hacerse? ¡Optimizar los recursos! Conocer mejor el mercado, a sus consumidores y a su competencia; desarrollar estrategias y planes de acción fundamentados en dicho conocimiento; fortalecer la imagen y posicionamiento de las marcas, apoyarlas a través de publicidad y promociones efectivas, diferentes, atractivas y memorables, y medir todo lo que sea medible, obtener una retroalimentación que permita asegurar que lo que se está haciendo, está generando resultados positivos o bien identificar las debilidades y amenazas y transformarlas en fortalezas! ¡Se debe aprender a lograr más, con menos!
Generalmente, como la historia lo ha demostrado, las épocas de crisis de unos, se constituyen en las épocas de bonanza de otros. La diferencia en los resultados se genera muchas veces en la actitud que mostremos ante las circunstancias.
Las oraciones siempre ayudan, pero lo que debe pedirse es fe, valor y coraje para actuar sabiamente y no dejarnos llevar por las corrientes negativas que solo causan temor, nublan la razón y el entendimiento y nos arrastran al fracaso.
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Hoy día a cada momento nos encontramos con voces de alarma sobre el futuro por venir: el petróleo por las nubes, el dólar perdiendo valor, una crisis alimentaria que se avecina, ¡Apocalipsis!
¿Qué tanto influirá en todo esto el puro pesimismo noticioso (que vende mucho), y la negativa actitud que genera en el mundo? Los árabes dicen que el precio del barril de petróleo debería estar a la mitad de su precio actual y que hay especulación en sus precios actuales.
Lo anterior me hace recordar todas las apocalípticas profecías alrededor de la desaparición de la capa de ozono que inundaron en alguna época muchos titulares. Hoy, poca relevancia se le ha dado al hecho de que la cosa no era como la proyectaron.
¿Qué debemos tener en cuenta quienes vivimos en el mundo del mercadeo en una época como ésta?: 1) El consumidor tenderá en cierta medida a hacerse más racional y menos impulsivo en sus hábitos; 2) Productos que satisfacen necesidades reales de consumo tendrán mayor prioridad; 3) La dinámica del mercado presentará cambios más rápidos que deben ser monitoreados; 4) Las marcas y productos mejor posicionados y apoyados serán los más competitivos.
¡Las épocas de crisis son las que más exigen el desarrollo de una mentalidad de marketing! Desafortunadamente, a veces, el alarmismo toma la batuta, y se implementan recortes presupuestarios en las áreas de publicidad, promociones o de investigación del mercado y con ello hacen más daño al desempeño de marcas y productos que la crisis misma.
El mercadeo en una época de crisis no se trata de generar ahorros como si se tratase de municiones que permitan “aguantar” más tiempo, simplemente tratando de sobrevivir. Es una mejor analogía una carrera de motocross, en la cual el terreno se hace más y más complicado, lo que obliga a ser más cuidadosos y buscar las mejores veredas que nos permitan continuar avanzando, sin dejar de acelerar, pues si bajamos la velocidad o nos detenemos en el camino, simplemente otros nos ganaran la carrera y quizás ni siquiera lleguemos a la meta.
¿Entonces qué debe hacerse? ¡Optimizar los recursos! Conocer mejor el mercado, a sus consumidores y a su competencia; desarrollar estrategias y planes de acción fundamentados en dicho conocimiento; fortalecer la imagen y posicionamiento de las marcas, apoyarlas a través de publicidad y promociones efectivas, diferentes, atractivas y memorables, y medir todo lo que sea medible, obtener una retroalimentación que permita asegurar que lo que se está haciendo, está generando resultados positivos o bien identificar las debilidades y amenazas y transformarlas en fortalezas! ¡Se debe aprender a lograr más, con menos!
Generalmente, como la historia lo ha demostrado, las épocas de crisis de unos, se constituyen en las épocas de bonanza de otros. La diferencia en los resultados se genera muchas veces en la actitud que mostremos ante las circunstancias.
Las oraciones siempre ayudan, pero lo que debe pedirse es fe, valor y coraje para actuar sabiamente y no dejarnos llevar por las corrientes negativas que solo causan temor, nublan la razón y el entendimiento y nos arrastran al fracaso.
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