viernes, 22 de junio de 2012


“La Ley del Éxito”


Sergio Dueñas

Hace casi 20 años Al Ries y Jack Trout escribieron “Las 22 Leyes Inmutables del Marketing”, conceptos aún válidos para muchos de los que los conocemos.     

Me referiré hoy a la Ley Inmutable No.18, que los autores nombran como la “Ley del Éxito”, y dice así: “El éxito suele llevar a la arrogancia, y la arrogancia al fracaso.  La arrogancia/ego es el principal enemigo del marketing, pues suele llevar a perder el contacto con la realidad, cuando lo que más se necesita es objetividad”.   Aunque los autores profundizan en toda una serie de posibilidades dentro del contexto del impacto de la arrogancia como un predecesor del fracaso, yo me referiré a otros aspectos.

¿Alguna vez se ha preguntado por qué la tasa de fracasos de los programas de mercadeo se ha incrementado durante la última década?   Probablemente éxitos anteriores y la arrogancia tengan buena parte de la culpa.  

Primero, no perdamos de vista que detrás de las empresas, marcas y acciones de marketing, hay personas, seres humanos con sus propios sistemas de valores, fortalezas y debilidades.

Personalmente he visto destacar a dos tipos de individuos víctimas de ésta Ley: el primero, que abusa del “marketing intuitivo”; dada su exitosa carrera, toma decisiones basado solo en su experiencia y criterio; es muy seguro de sí mismo, quizá demasiado; siente que difícilmente alguien puede enseñarle algo, y que conoce el mercado y a los consumidores tan bien, que no necesita consejo o información.   El otro individuo, es joven, con algún recorrido profesional y logros académicos, tuvo la suerte de ser contratado en una empresa exitosa, de prestigio y liderazgo.   Este joven profesional siente que a través de una especie de simbiosis, al ser parte de la organización exitosa, adquirió mágicamente el conocimiento y criterio para subestimar a quien trate de asesorarle, olvidando que el sabio es el que aprende de las experiencias de los demás.     

Aunque ambos especímenes ven de menos a colegas, proveedores, y a quien intente guiarles, asesorarles o aportar para el bienestar de las marcas, el más experimentado es más sutil en su desdén.    Es más probable que el joven cometa más errores sino cuenta con la supervisión de un Líder Positivo tipo Coach,  aunque cuando el experimentado los comete son de mayor magnitud. 

Gracias a Dios en nuestro quehacer profesional, los costos por errores son solo de tipo económico:  una campaña no efectiva, un lanzamiento fracasado, una promoción poco exitosa, menor participación de mercado,  pérdida de imagen de marca,  en fin… fruslerías.  Lo más que puede perder, es el trabajo, si no es el propietario, claro.      

Recordemos que en otras profesiones la arrogancia puede llevar a aterrizar un avión cuando el controlador dice que no; o a acercar el barco a la costa contra las indicaciones del puerto; o a realizar la cirugía aunque los colegas digan que el riesgo es demasiado;  implican vida o muerte.    

Como dijo Salomón:  “Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría”.

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