Es un programa de
TV que trata sobre los esfuerzos de personas con sobrepeso mórbido para reducirlo,
y que con el apoyo de entrenadores personales logran increíbles resultados en
tiempo record.
Llama la atención
que al pesarse por primera vez, ¡todos se sorprenden! Incluso lloran al ver su peso, y no dejan de
sorprenderse en todas las evaluaciones sobre lo mal que están. Luego, cada semana, se pesan para establecer
los mejores resultados y su efectividad en bajar de peso, y monitorean su
mejoría general en salud.
Las marcas también
tienen un ciclo de vida y un nivel de "salud" que debería medirse y
evaluarse continua y consistentemente para verificar su estado y determinar la
necesidad de tomar decisiones con el objeto de asegurar su bienestar, fortalecerlas
y extender su tiempo de vida.
Sin embargo, la
falta de una "cultura de investigación de mercados" es un mal
endémico en nuestro país. Y no me
refiero exclusivamente a empresas pequeñas o medianas que por razones de presupuesto
toman decisiones a "puro feeling", aunque den palos de ciego y vayan a
prueba y error desperdiciando aún más recursos de los que "ahorran". Me refiero incluso a empresas grandes, con
marcas que han alcanzado un lugar relevante a lo largo de los años, pero que se
acostumbraron a hacer las cosas empíricamente, y a que la mejor decisión es la
que toma el propietario o el director con 20 años en el puesto, porque "él
conoce el mercado"; y siguen
utilizando las mismas campañas, promociones o estrategias de hace 10 años en un
mundo que cambia de un minuto al otro.
Yo he visto caras
de sorpresa cuando finalmente se "atreven" a investigar a los
consumidores y descubren con sorpresa que no los conocen como creían; porque no
hacen publicidad, eligen mal los medios o porque su publicidad no es relevante;
que el producto de la competencia gusta más; que sus clientes están
insatisfechos con sus servicios; o que su imagen ya no es lo que era; y la
lista sigue y sigue.
Muchas empresas vienen
de fuera con otra mentalidad, más técnica, más científica, y dan un valor primordial al conocimiento del
consumidor y del mercado para tomar mejores decisiones; y no deja de ser infortunado ver que les coman el mandado a
las empresas locales por su menosprecio a dicho conocimiento. Y la cuestión
aquí es ¿cómo tomar decisiones acertadas si se carece de información básica del
mercado, consumidores o clientes?
El reto para las
empresas nacionales está en dar el valor que merece al conocimiento del
consumidor, para tomar mejores decisiones y evitar convertirse en los grandes
perdedores, pues las marcas también se mueren.
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